Dios me creó.
Dios me creó para conocerle, amarle y servirle en esta vida, y después estar eternamente feliz con El en la vida venidera.
Dios me creó a su propia imagen y semejanza.
La semejanza de Dios la encuentro principalmente en mi alma.
Mi alma es semejante a Dios porque es un espiritu, y es inmortal.
Cuando digo que mi alma es inmortal, quiro decir que nunca morirá.
Tengo que cuidar más de mi alma, porque Cristo dijo: "De quó le sirve al hombre ganar, el mundo entero, si se pierde a sí mismo" (Mt. 16,26).
Para salvar mi alma tengo que adorar y amar a Dios con Fe, Esperanza y Caridad; es decir, tengo que creer en El, esperar en El, y amarlo con todo mi corazón y mis fuerzas.